domingo, 2 de agosto de 2009

EL AUTOR DE LA PATRONA



JUAN DE ASTORGA





Nace en Archidona, provincia de Málaga, el 22 de agosto de 1779, hijo de Francisco Astorga y Francisca Cubero.

Con tan sólo catorce años e impulsado por su clara vocación hacia el arte, en 1793 se traslada a Sevilla donde cursa los estudios en la Real Escuela de las Tres Nobles Artes en la sección de escultura. Durante su formación recibió, entre otros, clases del escultor Cristóbal Ramos, quien supo transmitirle ese barroco suavizado por el academicismo que en esta época comenzaba a imperar en el gusto artístico. En 1810, después de trece años desde su ingreso, concluye sus estudios en la Real Escuela, aunque en este periodo hubo cursos en que no fueron impartidas clases por esta institución.

Entre 1779 y 1800, en fecha que se desconoce, contrae matrimonio con María Josefa Miranda del Castillo. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos: Francisco en 1802 y Gabriel en 1804.

De manera inmediata a la conclusión de sus estudios, en 1810, es nombrado Profesor Ayudante de la Real Escuela en su sección de escultura. En esta institución desarrolla una carrera en constante ascenso y así en 1824 ocupa de manera interina el cargo de Secretario. Al año siguiente, y por fallecimiento de su predecesor, es nombrado Director de la sección de escultura de la Real Escuela de las Tres Nobles Artes.

Además de por su trabajo, Juan de Astorga mantuvo una relación muy estrecha con las cofradías y de hecho fue hermano de la Hermandad Sacramental de la Parroquia de San Pedro, en la que a partir de 1808 ocupó varios cargos en su Junta de Gobierno incluso el de Hermano Mayor. En 1826 ingresa junto con su hijo Gabriel en la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla, donde también pertenecería a su Junta.

Después de toda una vida dedicada a la Escuela, en enero de 1848 es nombrado Académico de Mérito, aunque no llegaría a disfrutar demasiado tiempo de su nombramiento, pues el 10 de septiembre de 1849, a los setenta años de edad, fallecía Juan de Astorga en su domicilio de la calle Trajano.

Dentro de su amplia obra, en cuanto al número de ellas destaca sin lugar a dudas la imaginería, y especialmente la talla de dolorosas, aunque también esculpió monumentos civiles de carácter efímero, retablos y otro tipo de esculturas.

Las vírgenes de Astorga mantienen los cánones barrocos del XVII y XVIII, pero suavizan la expresión que presentaban aquellas. Juan de Astorga dulcifica la expresión del dolor, interiorizándolo y acentuando el sentido humano de la Virgen. Son imágenes de tamaño natural, caracterizadas por un rostro en forma de óvalo perfecto, inclinado levemente hacia la derecha, con ojos grandes y de mirada perdida. Las manos, muy estilizadas, presentan dedos finos y alargados con un ligero retranqueo del meñique hacia atrás.

Esculpió imágenes de la Virgen para Aracena, Isla Cristina, Galaroza o Ceuta, alguna de las cuales no han llegado a nuestros días, pero sin duda la mayor producción se localiza en Sevilla y su provincia.

En 1816 esculpe Nuestra Señora de los Dolores para la Vera Cruz de Gines y un año después talla la imagen de Nuestra Señora de la Angustia actual titular de la Hermandad de Los Estudiantes. El año 1819 resulta ser muy productivo pues de su taller salen las imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza para la Hermandad del Sagrado Decreto, Nuestra Señora del Buen Fin, de la Lanzada y Nuestra Señora de los Dolores, entonces bendecida como de la Soledad, para la Hermandad de Camas.

También en el Convento de Capuchinos hay una dolorosa de Astorga, y en la Parroquia de la Magdalena Nuestra Señora de la Presentación y San Juan, de la Hermandad del Calvario, son obra del mismo autor.

De las imágenes de Cristo en la cruz que esculpió destacan el Santo Cristo de la Providencia, para la Capilla de la Santa Escuela de Cristo o el de la Providencia para la Hermandad del Santo Entierro de Sanlúcar la Mayor, obras ambas concluidas en 1820.

Además de imágenes de Santos y del Niño Jesús, Juan de Astorga también realizó para las Hermandades trabajos de restauración, tanto de imágenes como de las andas procesionales. Las dolorosas del Valle, de la Victoria o de Regla pasaron por sus manos, así como los pasos del Museo y el alegórico de La Canina.
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